MONUMENTOS
Ruinas de San Prudencio
El Monasterio de San Prudencio está ubicado en una hondonada del monte que le da su nombre, el Monte Laturce, entre las localidades de Clavijo y Leza de Río Leza, en un paraje inhóspito y agreste, que en la actualidad alberga las ruinas de una primitiva Iglesia de finales del Siglo XII, de tipo cisterciense; las de otra posterior del siglo XVII y las de un enorme caserío que las rodeaba, las cuales van destruyéndose día a día por las condiciones meteorológicas.
Lorenzo Merino Barragán, en su obra «Perfiles Jacobeos» cuenta de San Prudencio que estando en Osma, enfermó y le dijo a su sobrino Pelayo: «Nuestro Señor Jesucristo sabe donde ha de ser enterrado mi cuerpo; cuando muera es su voluntad que me coloquéis sobre el mulo y él irá al sitio donde debo ser sepultado. Esta es la voluntad de Dios». Su cadáver fue colocado sobre el mulo seguido del Obispo de Tarazona y vecinos, hasta que llegó a la falda meridional de Monte Laturce, a un cuarto de legua de Clavijo, parándose en la boca de una cueva.
Según parece, se trataba de la primera cueva que el Santo pasó de anacoreta. Añade que «Pelayo y sus compañeros dieron sepultura a San Prudencio… y se organizaron en comunidad monástica… adoptando la regla de San Agustín… sobre aquella humilde sepultura levantaron una pequeña Iglesia con su reducido cenobio. La Iglesia tomó el nombre de San Vicente mártir. Al recibir de la Iglesia el santo Obispo los honores de los altares, tanto la Iglesia en que estaba el sepulcro, como el cenobio, recibieron el nombre del Santo: Iglesia de San prudencio y Cenobio o Monasterio de San Prudencio».
Francisco Javier García Turza, en su obra «Documentación medieval del Monasterio de San Prudencio de Monte Laturce (siglos X-XV)» (1992), indica que el nacimiento del Monasterio «…probablemente tuvo lugar hacia 925, hasta el año 950, en el que la congregación pasa a depender del cenobio de San Martín de Albelda». La ubicación del Monasterio, eminentemente fronteriza, hace que quede expuesto a cualquier avance musulmán. «Esta situación -añade García Turza- propicia un ambiente de inseguridad, que se traduce en pobreza y abandono. Los monjes buscan la protección en el Monasterio de San Martín de Albelda».
En el siglo XII los monjes de San Prudencio adoptan la Regla del Císter, levantando un amplio Monasterio que es conocido con el nombre de Monasterio de los PP. Bernardos.
José Fermín Hernández Lázaro, en su obra «Ordenes Militares, Divisas y Linajes de La Rioja» (Biblioteca Gonzalo de Berceo), señala que el 29 de agosto de 1181 firma en Jubera, Don Diego Jiménez de Tejada junto a su mujer, Doña Guiomar Fernández de Traba, un documento de cesión del Monasterio de San Prudencio a la Orden del Císter. (ver video)
El Monasterio, con el paso de los siglos fue restaurándose y nada queda en pie de su primitiva construcción. En el siglo XII-XIII se construyó nuevamente la Iglesia de la que queda en la actualidad en parte su puerta en arco abocinado, cubierta de escombros.
En el libro «Apuntes históricos de Logroño» (refundición corregida y ampliada de LOGROÑO HISTÓRICO) de 1943, de F. J. Gómez, se dice que 1590 acudieron en 28 de abril (es el día en que se celebra su fiesta religiosa por lo menos desde el siglo XI en que consta en un calendario mozárabe) más de veinte pueblos comarcanos en procesión… Logroño siguió esta piadosa costumbre hasta 1622 en que el obispo prohibió la procesión por ser acto contrario a las constituciones sinodales y autorizando, en conmutación al voto de la ciudad, la asistencia e una o más personas a la fiesta para llevar la ofrenda acostumbrada, lo que hacían el Procurador y dos regidores todos los años, comiendo en el convento».
En el siglo XVII se construyó otra Iglesia sobre ésta, que quedó como cripta de ella. En cuanto al número de monjes que lo habitaba, varía según los tiempos. En sus orígenes eran sólo los canónigos que acompañaron el cadáver del Santo, una media docena.
Después crece el número, dado que el Monasterio de Monte Laturce atiende las Casas filiales de San Bartolomé de Tudelilla y de Villanueva de San Prudencio. En una carta autógrafa del Archivo Parroquial de Clavijo del P. Fray Martín Taboada, fechada en San Prudencio el 29 de octubre de 1767, consta que había 28 monjes. En los libros de la Archicofradía de Santiago aparecen listas de los hermanos de «El Real Monasterio de San Prudencio… Orden de San Bernardo» que oscilan alrededor de 20 monjes durante los siglos XVII y XVIII.
Entre los escombros del Monasterio de San Prudencio se encontraron varias tablas con sentencias religiosas o recordatorias de los hechos más notables de la Comunidad. En una de ellas decía:
«Entra con sumo silencio
Porque en ella está enterrado
Félix, Funes y Prudencio»
Estas reliquias se encuentran depositadas hoy en Logroño, en la Catedral de Santa María La Redonda, bajo el altar de la Virgen Milagrosa.
Francisco Javier García Turza señala que en 1181, el señor de los Cameros, Diego Jiménez, pone a San Prudencio bajo la observancia cisterciense, que acababa de entrar en la Península con fuerza imparable. A partir de ese momento, los patronos procurarán la independencia del Monasterio, entregando a los monjes sus propias posesiones, hasta lograr su total autonomía en 1203, que mantendrán hasta el siglo XIX.
Volviendo a la obra «Apuntes Históricos de Logroño», se añade que «Con la supr4sión de las órdenes monásticas, los muebles y efectos de este monasterio de MOnte Laturde, se vendieron en subasta verificada el 12 de febrero de 1837 en la casa llamada del Priorato en Lagunilla». Y añade que García VI, de Navarra, llevó al monasterio de Nájera, fundado por él, gran parte de las reliquias del santo dejando en Laturde alguna con la cabeza. Estas, las de los obispos Félix y Funes, con otras varias, continuaron en el monasterio hasta la referida expulsión, que se trajeron a la colegiata de Logroño depositándolas en un precioso retablo-relicario sin imágenes, que hubo donde agora se da culto a Nuestra Señora la Milagrosa».
Valentín Acha y Hurtado, en su obra «Recuerdos y Bellezas de La Rioja, de Logroño a Clavijo»(Barcelona. 1908), indica que «El año 1869 permaneció largo tiempo escondida en el molino de aceite del Convento, una partida de foragidos que tuvo por largo tiempo aterrorizados á los vecinos de Rivafrecha, Leza y Clavijo y á los viajeros que discurrían por la arretera de Soto. Cuando se cometía un crimen por aquellos ontornos, la guardia civil visitaba las ruinas el Monasterio».
Según relata F.J. Ignacio López de Silanes Valgañón en un artículo publicado en el diario «La Rioja» el 21 de febrero de 1999, «…Con la exclaustración del año 1835 por el Gobierno de Mendizábal, el Monasterio de San prudencio en Monte Laturce se convertía en una cantera y un gran campo de ruinas, siendo visitado por los buscadores de tesoros y los bandoleros que hacían sus correrías por los montes de Cameros». Añade que uno de estos bandidos, apodado el «Caldereta», se refugió en el Monasterio y cavó en busca de tesoros, encontrando uno de gran trascendencia para el arte. Se trataba de la antigua Iglesia de San Vicente, la más baja y antigua de las tres que tuvo el Monasterio y que fue utilizada durante mucho tiempo como refugio por los monjes. La Iglesia era románica, de una nave rectangular, que pudiera ser asociada a la Orden del Císter.
El Monasterio tuvo dependencia del Señorío de Los Cameros, ya que D. Diego Ximénez lo entregó a los cistercienses el 29 de agosto del año 1181, y dio su apoyo en 1185, para que la Iglesia fuera reedificada.
El Profesor Diego Téllez Alarcia se refiere a la cantidad de obras que se llevaron a cabo en el Monasterio de San Prudencio, desde finales del siglo XVI y mediados del XVII. «…en 1594 se construye un nuevo coro alto, hacia 1616 se amplía el refectorio, en 1617 se contrata con Pedro Jiménez el Viejo la construcción de un nuevo retablo para el altar mayor y en 1620se acude al célebre organista Gaudioso de Lupe para hacer otro tanto con el órgano de la iglesia». («El Monasterio de San Prudencio de Monte Laturce: Pasado, presente y ¿futuro?». Ed. Instituto de Estudios Riojanos (I.E.R.). Logroño 2014).
El Monasterio de San Prudencio de Monte Laturce (siglos X-XII).
Por Francisco Javier García Turza.
Documentación medieval del Monasterio de San Prudencio de Monte Laturce (siglos X-XV).
Por Francisco Javier García Turza (Acto de presentación del libro a los medios informativos)
El Monasterio de San Prudencio y El Castillo de Clavijo.
(Recogido del libro «Apuntes Históricos de Logroño». 1943)
NOTAS
FORTÚN OCHOA (hacia 980 al 1057), primer señor de Los Cameros, fue enterrado en el Monasterio de San Prudencio de Monte Laturce (“en un sepulcro de madera con la efigie de lo mismo”) (Fray Antonio de Yepes. Crónica General de la Orden de San Benito. Madrid 1959. Pág. 324) El año del entierro se fija en 1050.
SANCHO FUNES, Obispo de Calahorra, fue muerto a pedradas el 10 de noviembre de 1146, cerca del Monasterio de San Prudencio de Monte Laturce. Cuando murió fue enterrado en el Monasterio de Sacramenta y más tarde sus huesos fueron subidos al Monasterio de San Prudencio de Monte Laturce, donde reposaban los de sus antepasados.
En 1415 se enterró el Señor de la Villa de Robres del Castillo, Don Diego Fernández de Lezana y su mujer María Fernández.
Según relata hacia el año 1850 Pascual Madoz en su «Diccionario Geográfico-Estadístico de ESPAÑA y sus posesiones de Ultramar RIOJA», la enclaustración «que se verificó en el año de 20, se transportaron 3 cuerpos santos que en él se veneran (se refiere al Monasterio de San Prudencio) en una cueva, a la insigne colegial de Nuestra Señora de la Redonda en Logroño, donde se hallan depositados y son San Félix, San Funes y San Prudencio».
Las reliquias de San Prudencio se encuentran en una de las capillas laterales de la Concatedral de Santa María La Redonda, en Logroño, llamada Capilla de las Reliquias y de San Pedro, pero más conocida por Capilla de la Milagrosa, debido a la gran talla de la Virgen que se encuentra sobre su altar.
Las tres arcas son romanistas, del siglo XVI. La arqueta de San Prudencio es de plata, ochavada a los extremos. Decortada con tracería. La tapa con óculos de tres flamas y triángulo en el centro. Podría datar del Siglo XV.
El busto representa a San Prudencio, de pontifical, de orfebrería hispano-flamenca y se compone de cuatro piezas. La mitra es de plata dorada, la cabeza de plata encarnada y los hombros y el collarino de cobre dorado repujado y cincelado con aplicaciones de esmalte en verde y azul y piedras de colores en la mitra. Al pie lleva la siguiente inscripción: «Esta cabeça de platta fiço facer don Pedro abad de Sant Prudencio año del nascimiento de Nuestro sennor Ihesu Christo de mil CCCLXI año» (Esta cabeza de plata, hizo hacer Don Pedro Abad de San Prudencio, año de nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, año 1461)
El Profesor Diego Téllez Alarcia, relata en el Nº 15 de la Revista BELEZOS (Año 2011), un artículo en el que señala que el cenobio atraía a gran cantidad de peregrinos debido, en parte, a la colección de reliquias que Yepes menciona: «la cabeza de San Prudencio (engastada en plata en el relicario del altar mayor), y un dedo del mismo, también engastado en plata, por el cual se pasaba agua y se daba a beber a los enfermos de calenturas, las reliquias de San Pedro y San Pablo Apóstoles, un hueso y un brazo de San Juan Bautista, que dió el Papa Adriano VI a cambio de dos costillas de San Prudencio (estos trueques eran habituales en la época), un dedo de San Juan, engastado en plata y metido en cristal, una quijada y un hueso grande de San Bartolomé, dos pedazos de la columna en la que fué azotado Jesucristo, una parte de la Sábana Santa , y arena blanca del sepulcro de la Virgen».
El retablo mayor de la Iglesia del Monasterio de San Prudencio, en Clavijo (La Rioja), fue trasladado a la Iglesia de San Millán de Barriobusto (Alava), localidad próxima a Oyón, en el año 1821.
De estilo barroco, está formado por seis grandes columnas salomónicas doradas emparradas, con racimos tallados de uva negra y palomas a tamaño natural. En el centro, el Sagrario con la imagen de San Prudencio, dentro de un baldaquino o templete rodeado de ocho columnas más pequeñas. En la parte inferior del retablo se encuentran sendas puertas a cada lado con las tallas de San Pedro y San Pablo que son anteriores al mismo. En la parte superior se encuentra en el centro un relieve de la Asunción de la Virgen, y a los lados las tallas de San Bernardo de Claraval y San Benito de Nursia.
En el «Libro de Fábrica» de la Iglesia de San Millán de Barriobusto (que en tiempos perteneció a la Diócesis de calahorra), se dice que fueron contratadas 14 caballerías para el viaje desde el Monasterio de San Prudencio, además de personal encargado del desmo ntaje y montaje. Estos últimos -a título de curiosidad- dice que consumieron 144 litros de vino. Las columnas fueron envueltas en gran cantidad de forraje y paja para evitar desperfectos, y fueron transportadas en carretas.