Clavijo &
La Unión de los Tres Ejércitos
HISTORIA
Heráldica
Los genealogistas opinan que el apellido Clavijo procede de la villa así denominada en la provincia de La Rioja (antes de Logroño), de donde fue extendiéndose a otros pueblos de España. Una rama del linaje Clavijo moró en la Isla de Lanzarote, a la que perteneció don Salvador Clavijo y Miranda, Caballero Cadete en las Reales Compañías de Guardiamarinas Españolas, en 1795, acreditando antes su nobleza. De la familia que se estableció en Córdoba, hay que destacar a don Sancho de Clavijo, que pasó al Nuevo Mundo en 1532, siendo nombrado Gobernador de Panamá. Entre los Conquistadores de Nueva España figuran don Diego y don Juan Clavijo que pasaron en 1527 y 1536.
Escudo cuartelado
Primero y cuarto de gules con un creciente en plata; segundo y tercero, en oro tres fajas de gules.
También aparecen motivos de Clavijo en la heráldica del Solar de Tejada y en el escudo de la provincia de La Rioja.
En el escudo del Antiguo e Ilustre Solar de Tejada, aparece en el primer cuartel, dos castillos de piedra natural en campo verde, que significan los dos fuertes de Viguera y de Clavijo, y en cada castillo, sobre la torre del homenaje, una bandera de plata con una cruz roja en cada bandera. Y en el cuarto campo, plateado, se encuentra un árbol denominado tejo, vinculado a la Batalla de Clavijo.
Finalmente, es de destacar que en el escudo de La Rioja, que fue promulgado por Decreto del Ministerio de la Gobernación el 5 de abril de 1957, aparece en uno de sus cuarteles el Monte Laturce y sobre él la Cruz de Santiago y dos conchas de peregrino, recordando a Clavijo y al Apóstol Santiago y el tributo de las "Cien Doncellas".
El Cronista Oficial de La Rioja, José María Lope Toledo, fue el autor de la memoria que fue aprobada unánimemente por la Corporación de la Diputación de Logroño, y que ya había contado con el visto bueno de la Real Academia de la Historia. Al referirse a los ´simbolos de Clavijo, dice así:
«En la partición derecha, formando el franco cuartel con las piezas de mayor consideración, campea la Cruz de Santiago, que se yergue sobre el Monte Laturce, escenario de la aparición del Apóstol y coso de la batalla de Clavijo. Ambos sucesos -la aparición y la batalla- han venido a constituir como el nervio de la vida social, política, militar y religiosa tanto de la España de las pasadas centurias, los siglos de mayor esplendor y gloria, como de la España de nuestros días.
Si los reyes de España se han titulado siempre Alféreces y Caballeros hijos de Santiago; si los pueblos españoles penden, aun hoy, al Apóstol su tributo, es porque más atrás, en las páginas de la Historia está la victoria de Clavijo, ceñida de laurel.
Hasta la Iglesia, llegado el momento de rendir culto a Santiago en el objeto material de sus apariciones, como celestial caudillo de nuestros guerreros, elige su objeto determinado y concreto en la aparición de Clavijo y señala el día veintitrés de mayo, fecha de la batalla, para que lo sea también de su fiesta litúrgica.
Siendo tan antiguo que se pierde en la noche de los tiempos el Patronato de Santiago sobre los reinos de España, nuestro pueblo, sin embargo, no concibe a su celestial Patrón si no es jinete en blanco corcel, vendabal de la morisma, cabalgando en la foscura del paisaje de Clavijo. Y a Clavijo vuelven sus ojos los artistas, cuan do pretenden reproducir el momento culminante de la batalla en los millares de imágenes ecuestres del Apóstol, que se veneran en toda la geografía de la cristiandad. De esta suerte, el nombre de Clavijo -el de La Rioja- resuena hasta en los más apartados rincones del mundo. Porque en Clavijo convergen espontánea y admirablemente el tributo de las cien doncellas, el diploma, la invocación bélica, el voto, el patronato, la batalla y la aparición del Apóstol.
Pero, aún hay más. Si todos los caminos van a Roma -como reza el adagio popular-, los de La Rioja, llevan a Santiago.
Desde los siglos del medievo, porque aquí se destacaba el Camino Real Francés, vial de peregrinos. Las gentes de Europa discurrían por esta vieja ruta que viniendo del reino de Navarra, atravesaba estas tierras y después de saltar a Burgos, trasponía León y entraba en Santiago por los verdes montes de Lugo. De ahí, que esa Cruz de Santiago -el Apóstol capitán- aparezca flanqueada con esas dos veneras, <<signa beati Jacobi, quae conchae Appelantir>>»