Dolmen de Uñón Ayuntamiento de Clavijo 16 de octubre de 2022
ARQUEOLOGÍA

Dolmen de Uñón

El dolmen de Uñón, que se hallaba en el paraje conocido como “Radias”, en el barrio de La Unión, en el término municipal de Clavijo (coordenadas geográficas: Latitud 42º 22´ 22” / Longitud 02º 25´ 13” y altitud 670 m.), fue descubierto casualmente en el año 1966, siendo sondeado parcialmente por Alejandro Marcos Pous, por encargo del entonces Delegado Provincial de Excavaciones, José María Lope de Toledo. El sepulcro se encontraba deteriorado en la mitad septentrional de su túmulo y con los ortostatos de esta parte de la cámara removidos, había sido abierto por medios mecánicos por el dueño de la finca y su contenido desparramado por el terreno de labrantío que rodeaba a la tumba. Fue destruido completamente en 1981.

En éste sentido, Carlos López de Calle Cámara apunta a que “su cercana situación a un núcleo poblacional y la falta de la necesaria sensibilidad, conocimiento y medios para su protección desembocaron en una irreversible acción de arrasamiento hace ya más de dos décadas”.

La única descripción es la de Marcos Pous: “Cámara de tendencia rectangular de la que solo quedaban cuatro losas verticales en 1966. La mayor medía 140 cm. y la más corta 62 cm. Las medidas aproximadas del recinto serían 2 m. por 1,5 m., con el eje mayor orientado en dirección N-S. Poseía túmulo aproximadamente circular”.

Carlos Pérez Arrondo y Pilar Galve Izquierdo refieren que «… El semidestruído dolmen de Clavijo parecía poseer una cámara rectangular de dos metros por uno y medio, rodeado de un túmulo de unos diez metros de diámetro, muy descarnado. Las losas que cerrarían la cámara por el norte y el este habían desaparecido de antiguo, pues dificultaban los trabajos agrícolas. Restos humanos abundantes, aunque muy desbaratados, afloraban en los campos circundantes. Se recogieron cuatro vasijas, cerámicas incompletas y una arandela de hueso, posible resto de un ajuar más numeroso. Dos de las cerámicas pertenecen a la denominada cultura del vaso campaniforme, caracterizada por formas acampanadas y decoraciones incisas complejas, distribuidas en bandas horizontales. Los otros dos vasos son lisos, uno en forma de cubilete de fondo plano y el otro, un pequeño cuenco asociado a los campaniformes descritos. La destrucción del sepulcro en fechas anteriores a su rescate nos hace pensar en la riqueza de los datos que, sin duda se perdieron con él». Y añaden que «… desde un punto de vista cronológico, los escasos vestigios rescatados fechan el conjunto en pleno Eneolítico, entre 2000-1700 años A.C.».

Según Marcos Pous se encontraron abundantes restos humanos, en total unos 15 individuos, aunque hay que tener en cuenta que el recuento se hizo sobre la presencia de restos craneales grandes, en realidad los únicos recuperados, por lo que es de suponer que, atendiendo a las particulares condiciones de la actuación arqueológica, el número de cadáveres inhumados pudiera ser mayor.

También aparecieron materiales cerámicos:

Vaso de contorno sinuoso con cuello
Cuenco de contorno simple abierto

Como materiales de cerámica campaniforme:

Vaso de pasta oscura
Cazuela con decoración campaniforme,

Así como otros restos de otro vaso campaniforme; de un recipiente indeterminado; parte de una lámina o lasca de talón plano y media anilla de hueso o asta que al parecer pudiera pertenecer a un colgante o a una anilla de un cinturón.

El sepulcro, tras la excavación de Marcos Pous, fue visitado en noviembre de 1966 por Luis Monteagudo, Director del Museo Provincial de Logroño, quien halló algún fragmento cerámico más.

Aitor Iriarte Cortázar y Jesús Sesma Sesma señalan que los materiales fueron depositados inicialmente en el Museo Provincial de Logroño y que en abril de 1970 se remitieron a la Universidad de Navarra para su estudio.

En 1980, los investigadores Carlos Pérez Arrondo, José María Rodanés Vicente y Carlos López de Calle Cámara visitan y fotografían el sepulcro que en aquellas épocas mostraba señales inequívocas de haber sufrido un nuevo deterioro al edificarse en las proximidades una nave para la cría de ganado porcino que afectaba parcialmente al túmulo. La cámara mostraba idéntica disposición a como la dejó Marcos Pous 15 años antes. No obstante, pudieron comprobar la necesidad de una excavación del recinto cameral, ya que a primera vista éste parecía contener aún cierta cantidad de tierra.
Desgraciadamente el sepulcro fue totalmente arrasado poco después, en 1981, y hoy en día no queda ya el menor indicio del monumento.

Carlos López de Calle señala que “Los materiales, que inexplicablemente se conservan todavía hoy en la Universidad de Navarra, han sido reinterpretados en fechas recientes por Iriarte y Sesma (1996), y aunque cabe alguna duda respecto al número y comentarios en torno a las vasijas campaniformes, el interés del ajuar cerámico está fuera de toda duda por su estrecho paralelismo con algunos ejemplares de Collado Palomero I, en Viguera. Se trata de dos vasos campaniformes puntillados y dos vasos lisos. Entre el material óseo, destaca una peculiar arandela ósea con paralelos en el sureste de Francia”.